(...)
Atravesé el hall de embarque y sentí que todo empezaba: ese delirio compartido se había hecho realidad. A todo esto estaba a punto de volar por primera vez, la An me dejó ir del lado de la ventana al saber eso. Entre carcajadas y chistes el motor se prendió. Algo de miedo e inseguridad sentí al despegar, pero no tardé mucho en decir: “quiero volver a volar” (q linda sensación!). Córdoba desde el cielo es hermosa, realmente hermosa.
Se me pasó rápido la hora de vuelo viendo el divertido y luminoso paisaje nocturno. Llegamos a aeroparque y el taxi que supuestamente debía estar ahí esperándonos NO estaba. Antes de q nos invada el miedo buscamos un nuevo taxi q nos llevara a Ezeiza. (…)
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